En la vastedad silenciosa
de mi alma peregrina,
vaga el eco de un “te quiero”
que viaja desvestido de rubores…
Me acaricia con un soplo de esperanza,
acompaña mi eterna soledad
con la imagen de tu risa hechicera,
y llena mis oídos con rumores
que me vuelven prisionera del ayer…
Ya no puedo compartir tus besos,
ni cuento con tus noches prestadas,
con tus sueños y los míos enredados,
y el suspiro acompasado del reloj
que anunciaba el otro día allí en tu lecho…
Los callares que rodean mis noches
opacaron ese cielo de amor ayer vivido,
que cubrían con su canto mis andares;
hoy, en mi horizonte despoblado
sólo gime la alborada desnuda de ti…
Mientras en la vastedad silenciosa
de mi alma errabunda y loca,
vaga solitario el eco de tu “te quiero”…
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